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El cielo arrojaba cataratas de agua sobre la tierra. Los tres jinetes fustigaron sus caballos y éstos descendieron rápidamente por la colina. Al llegar a la cumbre, un relámpago iluminó la noche. —¿Lo habéis visto, muchachos? —indicó Herbert Richard—. Hay una cosa allá abajo. —Sí —convino Smiler Jackson—. Y está justo donde nosotros la necesitamos. La suerte nos acompaña. —¿Y por qué hemos de detenernos? —preguntó el tercer jinete, Ray Cope—. Ya estamos mojados hasta la médula. Yo opino que debemos continuar.