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Aquí, en ésta de esmoquin, muy elegante, se le veía manejando un mazo de naipes como si fuesen un acordeón. Tenía las manos muy separadas, y entre ellas, el juego de cartas parecía suspendido en el aire por algún truco fotográfico. Pero no sólo sabía hacer esto, sino también, por ejemplo, tomar una bombilla entre sus dedos, y hacer que se encendiese y se apagase. O sacar palomas de dentro de un paquete de cigarrillos. O hacer desaparecer un vaso de whisky con un simple gesto de sus hermosas manos bronceadas, fuertes, elegantes. O mostrar sus manos vacías, impulsarlas hacia arriba, y provocar una lluvia de flores…