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Oscar Lang estaba de bastante malhumor cuando abrió con su llavemaestra la puerta de la habitación 18, tras llamar cinco o seis veces sinhallar respuesta. Entró. El hedor era terrible. Tanto que retrocedió el paso que le había llevado al interior de lahabitación. Y justo entonces, en la penumbra que ocasionaba la persiana casicerrada, distinguió el cuerpo en el suelo, casi en el centro de la habitación.
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