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El último vistazo de inspección. Okay, todo bien. Un hombre tiene que ser ordenado, dejarlo todo perfectamente colocado antes de ir a su trabajo. Sobre todo cuando ese hombre es soltero y… ¡Ding-dong…! Se quedó mirando con el ceño fruncido hacia el pequeño recibidor de su casita, donde el timbre acababa de lanzar al aire su simpático sonido de diminuto campanil. De pronto sonrió y se fue hacia la puerta, abrochando su chaqueta, cuidando muy bien de que no pudiera verse la funda sobaquera.
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