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— Hubo un tiempo, aunque a mis distinguidos alumnos les parezca mentira, que el hombre no podía desplazarse a mayor velocidad que la de la luz.— ¡Qué barbaridad!— Aquellas gentes vivían en un atraso inconcebible.— ¿Y eran capaces de llamarse a sí mismos seres humanos?El profesor Kivnor 6-5-0 hizo centellear vivamente una lámpara verdosa, a fin de que sus discípulos guardaran la debida compostura. En realidad, fueron unas seiscientas lámparas las que centellearon al mismo tiempo.
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