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Tal y como le habían ordenado, la mecanógrafa Sheila Webb acudió al número 19 de Wilbraham Crescent a realizar un trabajo. Pero al entrar en la casa, descubre el cadáver de un hombre en el suelo. Lo que más intriga a Poirot sobre el caso es el factor tiempo: mientras Sheila recuerda claramente haber escuchado un reloj marcar las 3, los otros cuatro relojes de la sala marcaban las 4.13. Y lo que era aún más extraño, solamente uno de estos relojes pertenecía al dueño de la casa. Otro caso para el reconocido Hércules Poirot, personaje clásico de quien la autora más reconocida a nivel mundial incluye en la creación de sus novelas policiales. Y tal como su título lo indica, en este caso, los relojes son la clave.