Iniciar Sesión o Registrar
Para marcar un libro como favorito primero debe iniciar sesión
La mujer era grande, rubia, enorme como una montaña. Las guedejas rubias de los cabellos se agitaban cada vez que descargaba su enorme mano sobre él. Sobre un chiquillo. Un chiquillo desnudo como un gusano que gimoteaba sin atreverse a gritar su terror. La pesadilla se repetía una y otra vez, angustiosa como el infierno. Todo volvía a agitarse igual que una marea negra que descargara salvaje y furiosa contra el acantilado de su cerebro, resquebrajándolo a cada embate.
Para marcar un libro como favorito primero debe iniciar sesión