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Era una verdadera rubia color de miel, y no creo que ni el esteticista más exigente hubiera podido encontrar el menor reparo en su anatomía. Por descontado, tenía unas piernas largas y de trazo suave y lleno, con unas caderas que seguramente daban las medidas justas del baremo con que deben medirse estas cosas, si es que existe ese condenado baremo...
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