Tab Article

Llevaba ya más de dos horas sentado en el aparato de televisión, y, con estudiada pausa, manejaba los mandos que movilizando las potentísimas lentes de enfoque, proyectaban en la pantalla una visión casi inmediata de la superficie de la Tierra, que, escudriñaba cuidadosamente. El espectáculo era desolador; kilómetros y kilómetros aparecían yermos y sin muestra del más pequeño soplo de vida. La Tierra moría lentamente. Wranel, contemplaba el aterrador espectáculo de la decrepitud del astro con un sentimiento de nostalgia, como si algo de sí mismo muriera con la vieja Tierra. Hacía más de veinte años que vivía en el Satélite B.X.66, que rodaba en la órbita del Sol, y, desde donde, casi constantemente, se observaba el planeta.